La Hacienda británica ha establecido un impuesto a los servicios digitales, que entrará en vigor el 1 de abril de 2020.

El impuesto digital de Reino Unido gravará a las empresas cuya actividad se relaciona con motores de búsqueda, plataformas de redes sociales o plataformas de venta online.

En ella se incluye cualquier empresa de este tipo que supere la facturación anual a nivel global de 500 millones de libras esterlinas y más de 25 millones de libras esterlinas procedan directamente del volumen de negocio en Reino Unido.

El impuesto se ha fijado en un 2 % y pretende recaudar para las arcas públicas más de 445 millones de euros al año. Desde el Gobierno han aclarado que este proyecto de ley pretende recaudar impuestos de empresas solventes y no poner en peligro a negocios con poco margen de beneficio.

En el punto de mira, vuelven a estar una vez más las multinacionales estadounidenses (Amazon, Apple, Facebook, Google), que facturan una cifra millonaria a nivel global y solo pagan tributos a nivel europeo en países con baja presión fiscal.

La solución más sostenible a largo plazo para los retos que plantean los impuestos sobre actividades digitales pasa por reformar las reglas tributarias internacionales y respaldar las discusiones de las diferentes propuestas de reforma del G7, G20 y la OECD. Así lo recoge el texto oficial del proyecto de ley.

Por su parte, el Gobierno ya ha anunciado que está comprometido a derogar el impuesto a los servicios digitales una vez que haya una solución apropiada en el plano internacional.

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